lunes, 13 de abril de 2015

2015 EN ABANICOS

En alguna ocasión me he planteado el porque sigo con esto. 
Pero también he pensado que si lo dejara no sería tan feliz como lo soy ahora. 
Así pues tenemos que disfrutar de la felicidad que nos brinda vivir la vida. 



 Este año es un año de flores. Y es inevitable subirnos a esa moda. 
Y como no nos conformamos sólo con nuestras eternas amapolas las hacemos compañia con los tulipanes, ramas de lavanda y flores diferentes.





Algunos modelos únicos, como este gato mirando al mar


Y otros más modernos


 Nuestras eternas olas las hemos pintado en ocres y dorados sobre un fondo verde oscuro. El resultado ha sido alcanzar la elegancia que nos combine con cualquier modelito. 
Puedes usarlo por las mañanas o llevarlo a una fiesta.




Modelos en blanco siempre asociados con el verano.


 Hubo un momento en que las amapolas empezaron a ser un referente para buscarnos.
Por lo que hemos tenido que registrarlas y replantearnos el hecho de que nuestro referente en nuestra publicidad sean ellas.


Y el resultado nos gusta


Son tan bellas y vulnerables. Y a la vez tan poderosas. 



La amapola  ha sido protagonista de numerosos rituales y leyendas, pues se trata de una planta cuyos usos se conocen desde la Antigüedad. Quizá el más común esté vinculado con el efecto somnífero, y es que se aseguraba que si se ponían en el plato de la persona amada flores de amapola, ésta caería rendida a nuestros pies. En realidad era este efecto somnífero el que podía causar cierto atontamiento en el individuo, pudiendo manejarlo a nuestro antojo 

Cabe diferencias dos tipos de amapolas como importantes.  La Papaver rhoeas es la amapola silvestre a la que se le atribuyen todos los usos de los que hemos hablado anteriormente, una variedad que no hay que confundir con la Papaver somniferum o adormidera, que es altamente tóxica y de la que se extrae el opio.

Respecto a su significado, la amapola se asocia popularmente con la fertilidad, y está fuertemente ligada al mito de Perséfone. Según reza la mitología griega, Demeter, diosa de la tierra y la fertilidad, tenía una hija, Perséfone, que estaba recogiendo amapolas cuando fue raptada por Hades, el dios de los infiernos quien quería desposarse con ella.

 Cuando Demeter vio que su hija no regresaba e ignorante del destino de ella como esposa del señor del inframundo se dedicó a recorrer el mundo para buscarla y prohibió a la tierra que produjera frutos hasta que no la encontrara. Zeus, padre de los dioses, tuvo que intervenir y ordenó que Perséfone pasara seis meses al año con Hades y seis meses en la tierra con su madre. Por eso la tierra duerme durante la ausencia de Perséfone y despierta a su regreso.


La amapola es el símbolo de la fertilidad, pues crece en lo trigales, del sueño, al ser pariente de la adormidera, y de la resurrección, por la alternancia de Perséfone en los infiernos y su vuelta a la tierra. También hay quien asocia las amapolas a las guerras napoleónicas y aseguran que nacieron de la sangre de los soldados muertos en la batalla de Waterloo, aunque después se ha aplicado este mismo origen a las dos guerras mundiales. Por ello, Gran Bretaña y otros países europeos la ostentan como emblema en algunas de sus conmemoraciones.